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De la emoción al primer obstáculo
Marina lo había logrado. Después de años de estudio y esfuerzo, por fin tenía un espacio que podía llamar “mi consulta”.
El local era pequeño pero acogedor: una pared color arena, un sofá gris claro y un aroma a vainilla que llenaba el aire.
Su placa recién instalada brillaba con orgullo:
“Marina López – Psicóloga Sanitaria.”
Hasta que sonó el teléfono.
Era la Consejería de Sanidad.
—“Señora López, ¿podría indicarnos su número de registro sanitario?”
Silencio.
La llamada duró apenas dos minutos, pero cambió su perspectiva por completo.
El descubrimiento: no tienes un despacho, sino un centro sanitario
Lo que muchos psicólogos no saben al empezar es que su consulta no se considera legalmente un despacho profesional, sino un centro sanitario.
Esto lo establece el Real Decreto 1277/2003, que regula la autorización de centros y servicios sanitarios en España.
Eso implica que no puedes abrir ni atender pacientes sin la debida autorización sanitaria emitida por tu comunidad autónoma.
Y para obtenerla, hay que cumplir una serie de requisitos técnicos y administrativos.
Marina descubrió que su local debía adaptarse a una estructura específica:
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Una zona de espera claramente delimitada.
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Una zona asistencial, donde realiza la atención psicológica.
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Una zona de instalaciones y servicios generales, que incluye aseos y, en algunos casos, almacenamiento.
Además, debía garantizar la accesibilidad universal, sin barreras arquitectónicas para personas con movilidad reducida.
Las inspecciones: más aliadas que enemigas
Cuando finalmente presentó la documentación, recibió una notificación:
“Se programará una visita de inspección sanitaria.”
El miedo fue instantáneo. Pero la experiencia resultó mucho más sencilla de lo que imaginaba.
El inspector no era un adversario, sino un profesional que aseguraba que su centro cumplía las normas.
Durante la visita revisaron la distribución, los certificados de seguridad, la ventilación, y las hojas de reclamaciones.
Un par de semanas después, recibió su ansiado número de registro sanitario.
En ese momento, Marina comprendió que la legalidad no era una carga, sino una garantía de confianza para sus pacientes.
“Si quiero que me vean como una profesional, debo actuar como una profesional regulada.”
La importancia de hacerlo bien desde el inicio
Abrir sin autorización sanitaria no solo puede acarrear sanciones económicas, sino que invalida seguros y responsabilidades civiles.
Por eso, más que un trámite, es una inversión en seguridad profesional.
Cada vez más pacientes valoran la transparencia y buscan psicólogos que puedan mostrar su registro sanitario visible.
En una profesión donde la confianza es el eje, la legalidad también comunica ética.
🔗 Próximo capítulo: “Del terapeuta al empresario: la segunda mitad del camino”
Marina ya tiene su registro sanitario. Pero ahora empieza la parte que nadie le enseñó en la universidad: ser empresaria sin dejar de ser terapeuta.